Hoy (ayer), un montón de antidisturbios, que en el fondo son personas, que sangran si se pinchan, se queman con la puerta del horno, y pueden hasta ser susceptibles de tener gatillazos, han rodeado el congreso de los diputados y las diputadas -no voy a abandonar lo políticamente correcto a estas horas-, para evitar que otro puñado de gente, que también sangra, como se ve en las fotos, lo rodeara a su manera. O lo asaltara, o qué sé yo. La confusión ha sido mucha, en parte porque cada cual pudo convocar eso con una idea diferente, en parte porque ha habido circulando noticias contradictorias, incluso a veces falaces sobre la convocatoria.
Los antidisturbios, como laboriosas abejitas, han repartido cera cuando se les ha ordenado. Aunque no he contrastado la noticia, por lo que pudiera ser más falaz que cualquier bulo difundido por Interior (el ministerio de Interior, nada metafísico), un dirigente del SUP, que no es la abejita reina, ha dicho, con otras palabras, que olé, que a repartir canela sin identificarse (porque los de enfrente son violentos).
Ha habido multitud de cosas raras todos estos días por Madrid, pero es que el mundo parece que se está volviendo loco. Detenciones, redadas, identificaciones... ¿Esto no era una democracia? ¿Eso no quería decir buen rollo y vivir bien? Jobar. Voy a denunciar a los profesores que me dieron esos temas en el colegio (y eso que no tuve Educación para la Ciudadanía).